Nuevas maneras de presentar arte en los museos, una entrevista a Violeta Horcasitas
Artes Visuales | Entrevista por Marcos Palomeque · 16.07.2019
Violeta Horcasitas es una curadora independiente de arte contemporáneo que nos muestra nuevas formas de presentar arte en los museos. Desde 2007 hasta 2012, formó parte de la Colección Jumex en el área de Investigación y Programas Curatoriales. En 2013, se desempeñó como curadora en La Tallera, uno de los dos museos que forman parte del Proyecto Siqueiros.
Su trabajo se centra en la investigación de procesos de colaboración, proyectos en línea y nuevos formatos de exposición.
Desde 2015, dirige Satélite, una iniciativa curatorial que reflexiona sobre la institución del museo como espacio expositivo. Un proyecto que abre nuevas posibilidades en el campo curatorial al presentar de manera no oficial obras de arte en espacios institucionales.
Además de su ocupación y el trabajo de curadora independiente en Satélite, también ha desarrollado curaduría institucional. El Laboratorio ArteAlameda y La Tallera son ejemplos de algunos de los museos en los que ha presentado su trabajo. Otros proyectos curatoriales que ha realizado incluyen:
– Happy is a place (2010)
– Invisible maps (2012)
– A room for two y for many more (2012)
– Simultáneo (2013)
– OBJECTSFOODROOMS (2015)
– Puras cosas nuevas (2017)
– Otra visita con la escultura (2018)

Vista de la exhibición Otra visita a la escultura (Detanico Lain y Jason Ronallo), Curada por Violeta Horcasitas. Cortesía del archivo de Violeta Horcasitas.
¿Cómo iniciaste tu carrera en las artes visuales?
Pues fue algo hasta cierto punto circunstancial, yo estudié comunicación y empecé trabajando en festivales de cine como Expresión en corto, que ahora se llama GIFF, también en FICCO (Festival Internacional de Cine Contemporáneo) con Paula Astorga y después de un tiempo, decidí presentar mi currículum al área de comunicación en Casa Vecina, un espacio de la Fundación del Centro Histórico que estaba ubicada ahí, en el centro y que producía y difundía proyectos de arte y cultura contemporánea. Ahí, tuve contacto con artistas y las artes visuales que siempre fueron un tema que me llamó mucho la atención.
Tres meses después, apliqué a Fundación Jumex y me quedé. En la fundación comencé en el área Editorial y posteriormente me desempeñé en el área de Investigación y Programas Curatoriales. Mi trabajo ahí fue asistir a los curadores internacionales que venían a México a realizar lecturas de la colección y el acervo artístico. Allí tuve la oportunidad de conocer de primera mano el proceso de trabajo de curadores como Adriano Pedrosa, Jessica Morgan, Doryung Chong, Yasmil Raymond, Oswaldo Sánchez, Michel Blancsubé.
Luego de algunos años, decidí hacer mi primera exposición en un espacio en el centro de la ciudad. Me parece que desde aquella muestra ya se podían ver lo que a la fecha siguen siendo parte de mis intereses, que tienen que ver con combinar a los artistas de arte contemporáneo con artistas que trabajan con nuevos medios y tecnología, así como artistas que producen desde internet o que trabajan directamente con internet como materia prima.
Posteriormente fui curadora de La Tallera, en donde propuse un proyecto que se llamaba Simultáneo en donde se invitaba a dos espacios (aparte de La Tallera), uno extranjero y uno mexicano para realizar una exhibición de videos que se transmitía de manera simultánea en los tres espacios. A partir de ese proyecto en La Tallera conocí artistas con los que después me involucré en otros proyectos curatoriales.

Vista de la exhibición OBJECTSFOODROOMS (Alexander Calder y Sonia Delaunay). Curada por Violeta Horcasitas. Cortesía del archivo de Violeta Horcasitas.
¿Por qué consideras que es importante el papel del curador en las artes?
Porque hay demasiada producción artística y es sano que un tercero, es decir, un agente externo al artista haga una revisión de su trabajo o para darle un sentido que lo ayude a acercar este trabajo al público.
Un curador también funciona, al ligar el trabajo de un artista con el de otro, permitiendo que su obra se enriquezca. Yo he podido combinar, en algunas exposiciones, artistas que no se conocían o que de otra forma no hubieran trabajado juntos, esto puede llegar a ser beneficioso tanto para el artista como para su obra.
También me parece que la sobreproducción, no solo en el arte contemporáneo, sino de todo lo que hay, no nos permite ver qué es lo importante. Cada curador intenta, a su modo, hacer visible lo que considera más pertinente. Hay diferentes tipos de curaduría, las hay en un nivel académico, otras que dan seguimiento a la producción de un artista a lo largo de su obra, otras se enfocan en realizar exposiciones colectivas, ahí el diálogo se asemeja al ensayo, en el sentido que un curador encuentra hilos conductores en producciones diversas. Por eso no creo en esta idea de que hay una eterna pelea entre los artistas y los curadores.
¿A qué te refieres cuando afirmas que hay una eterna pelea entre los artistas y curadores?
Hay algunos que no están de acuerdo con la existencia del curador porque piensan que es una figura que moldea o modifica sus piezas o que las lleva a un terreno que el artista no quería explorar, como si limitaran o sujetaran su obra hacia el tema de interés del curador y no al suyo.
Como te decía, hay una gran variedad de exposiciones que no permiten que esto pase. Un ejemplo puede ser el de una muestra individual, en donde el artista puede explorar más extensamente su propia producción y eso puede lograrlo de una mejor manera al tener interlocución y diálogo con un curador. Aunque, también es verdad, que hay exposiciones que sí son completamente curatoriales y es el curador quien explora un tema específico, valiéndose de uno o varios artistas para generar el diálogo. Creo que en la medida que la práctica evoluciona, crece y madura, hay cabida para nuevas posibilidades. La obra por sí misma es una cosa, tiene vida propia, pero también es abierta y por eso mismo no creo que adscribirla a un proyecto curatorial la perjudique, la modifique ni la dañe.

Vista de la exhibición Puras cosas nuevas (Sara Bichao). Curada por Violeta Horcasitas. Cortesía del archivo de Violeta Horcasitas.
¿Cuáles son los retos a los que te enfrentas como curadora independiente?
Ya sea como curadora independiente o como curadora institucional te enfrentas al mismo problema: la precariedad.
Es cierto que como curadora independiente tienes más libertad para desarrollar tus propuestas, en el caso institucional, puedes hacer exposiciones más grandes porque tienes el presupuesto, tienes el contacto directo y la infraestructura que te permite hacer trasporte de obra, solicitar préstamos de obra a un museo internacional, porque ahí es la institución quien te respalda.
Por el otro lado, como curadora independiente tienes más tiempo, puedes hacer más proyectos, eso, tienes más libertad, pero también más trabajo. En cuanto a la organización del trabajo no creo que sea tan diferente, y si lo pensamos en términos de condiciones laborales tampoco, como freelance no tienes seguridad en calendarios de ningún tipo, pero tampoco en el ámbito institucional, sobre todo por las condiciones en las que se encuentran actualmente los museos públicos. Pareciera que la precariedad como curadora independiente es mayor, pero me parece que las condiciones son casi casi iguales, o a veces hasta peor.
¿Cuáles son los temas que te gusta abordar en tu quehacer curatorial?
La última exposición que hice se trataba del error, de cómo es que el proceso del fracaso se convierte en un momento de reflexión, de cómo los errores se convierten en información relevante y finalmente en conocimiento, algo más allá de un simple fracaso.
Mis proyectos están ligados a cosas que me gustan y que pueden ser muy cotidianas, las copias, las piedras, las flores. Desde hace tiempo estoy realizando una investigación sobre las flores desde lo político, me gusta cuando encuentro en algo una caja con doble fondo, como en la magia, por ejemplo, las flores, algo que a simple vista se entiende como cándido, es también un elemento cargado socialmente de gran simbolismo.
Otro tema que me interesa mucho es la cultura popular, pienso ahora mismo en Circe Irasema, con quien tuve el gusto de trabajar este año en una acción que se desarrolló para Satélite. En su pieza, ella liga la cultura popular, los souvenirs, (unos globos) al discurso museístico del Museo Nacional de Antropología. Últimamente otro de mis intereses, justo a partir de Satélite y de plantear una situación de autofinanciamiento, es la de realizar ediciones múltiples de piezas. Esto, el múltiple es base de un proyecto en el que estoy trabajando. Pienso que esto sirve además para generar un nuevo coleccionismo, uno más accesible y amable, a diferencia del que se encuentra en el mercado oficial del arte ya que restringe el acceso a las piezas debido a sus altos precios.

Vista de la exhibición OBJECTSFOODROOMS (Alexander Calder y Sonia Delaunay). Curada por Violeta Horcasitas. Cortesía del archivo de Violeta Horcasitas.
¿Cuál sería la exposición que contribuyó de manera particular en tu desarrollo como curadora?
Siempre me gustó An Unruly History of The Readymade, una exposición que curó Jessica Morgan en Museo Jumex. Una especie de homenaje a Duchamp y Lina Bo Bardi. Me gustó mucho por la museografía porque prescindió de varias cosas, entre ellas, de los muros. Es decir, la exposición no tenía muros y todas las piezas estaban al alcance del público, generando un espacio muy democrático para cada una. Esa muestra me pareció muy fresca en nuevas posibilidades de hacer curaduría, de entender y presentar las piezas.
También trabajar con Michel Blancsubé fue para mí muy valioso, aprendí mucho de él, sobre todo de su proceso de pensamiento, puede parecer algo muy “playful”, pero siempre logra momentos muy afortunados y precisos. Veía sus expos y me quedaba pensando: ¿cómo se dio cuenta que estas dos piezas dialogan (o se repelen) tan bien entre sí? Sí, fue una parte importante de mi proceso para entender sobre curaduría.

Vista de la exhibición Mapas invisibles (Eduardo Basualdo, Aram Bartholl y Daniel Everett). Curada por Violeta Horcasitas. Cortesía del archivo de Violeta Horcasitas.
Muy interesante, ahora platícanos ¿Qué es Satélite?
Satélite es una plataforma que yo entiendo como una exposición fragmentada o como una muestra en distintos momentos. Es un proyecto que intenta encontrar nuevas maneras de presentar arte en los museos, maneras que sean más accesibles para los artistas, que no sea una forma imposible o inaccesible burocráticamente de presentar y realizar proyectos y une a varios artistas para hablar y reflexionar sobre los museos en México.
¿Por qué te parece importante hacer una plataforma dedicada a este tema?
Porque creo que la cultura de México actualmente está muy lastimada. Cada seis años cambia el rumbo de las propuestas que hay para la cultura del país y los presupuestos son cada vez más escasos. Me interesa las posibilidades que existen para ir contra eso. Los museos son estos lugares que muchos artistas piensan como una meta y también eso me parece una idea interesante sobre la cuál dar vueltas.
¿Qué ofrecen más allá de espacios de legitimación los museos? ¿Qué se puede hacer con ellos como espacio público? ¿Son un espacio público? Ver hasta dónde podemos tensar sus cualidades y hacer uso de ellos de manera literal y también simbólica. Justo esta ola de espacios independientes se ha dado porque los artistas no encuentran espacios institucionales suficientes para desarrollar o presentar su obra.
No hay invitaciones para ellos en todos los museos, pienso en algunos museos que presentan arte moderno o clásico, me parece que hace falta convocar a artistas contemporáneos para hacer revisiones y generar nuevos diálogos en instituciones que a veces se mantienen con muestras que llevan años. Darle otra lectura a estas exposiciones permanentes y que se generen programas mucho más vivos.

Vista de exhibición (Detanico Lain y Sara Ludy). Curada por Violeta Horcasitas, 2017. Cortesía del archivo de Violeta Horcasitas.
¿Cómo son los proyectos de Satélite?
En Satélite los artistas son quienes proponen sus piezas. Aunque la naturaleza del proyecto exige que se cubran algunos lineamientos como que se reflexione en torno al museo, por ejemplo, saber que el presupuesto es limitado y que todas las acciones serán efímeras. A partir de eso, los artistas tienen carta blanca.
Me gusta el momento del diálogo, de las dudas, de imaginar las posibilidades que podría llegar a tener cada pieza, platicar con ellos sobre estas condiciones. Sobre todo la sorpresa de recibir las propuestas y que todos sean proyectos tan diferentes a partir de un mismo concepto que es el museo.

Vista de exhibición Puras cosas nuevas (Samara Guzmán). Curada por Violeta Horcasitas, 2017. Cortesía del archivo de Violeta Horcasitas.
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