La catarsis necesaria: una entrevista a Kraken Khan
Diseño | Entrevista por Zulay Crestani · 09.04.2019
En medio de plantas de hojas largas y del ruido de los carros que pasaban abajo, por la calle, hace unos días platiqué con el ilustrador Kraken. Nos reunimos en el estudio de Buró Negro, un despacho de diseño conformado por dos compañeras diseñadoras y por él. Hablamos sobre muchas de las cosas que le interesan, y solamente una parte de todo lo que se puede decir acerca de su trabajo, pero, en especial, nos quedamos hablando de la sensibilidad, y de la posibilidad de comunicar a través de ella. Cuando uno deja de leer y mira su trabajo, parece que por sí mismo se pone a enunciar sobre ella.

Silver & Gold, ©Kraken Khan. Cortesía del archivo de Kraken.
¿Por qué Kraken?
Bueno, cuando era más joven me gustaba muchísimo leer a Lovecraft. Me fascinaba porque tenía esa atmósfera de oscuridad con la que me gustaba rodearme. De entre el imaginario de Lovecraft, Cthulhu era mi figura favorita porque sintetizaba un montón de cosas que también me habitaban a mí. Y, bueno, por otra parte, yo crecí en la generación de los apodos, así que con el tiempo decidí que quería identificarme de alguna forma con él. Eventualmente elegí Kraken porque estaba muy relacionado con Cthulhu, pero no era tan específico y me permitía abrir más posibilidades de significado.
¿Cómo defines tu trabajo, y qué disciplinas comprende?
Mi trabajo en general es muy polifacético, y creo que eso tiene mucho que ver con mi formación. Desde muy chico el dibujo siempre formó parte de mí. Leí muchos comics de morro, y conforme crecí empecé a escuchar música que era muy gráfica. Escuchaba mucho metal, mucho punk, y como que todo eso era muy visual. Y naturalmente con el tiempo siempre supe que quería dedicarme a dibujar ese tipo de cosas.
El caso es que pasó el tiempo, y cuando tenía que elegir carrera yo quería estudiar artes o diseño, pero por cosas del destino terminé estudiando publicidad. En realidad, iba más para redacción de publicidad. Pero eventualmente terminé regresando a lo que inicialmente quería: lo que pasaba en la escuela, cuando me ponían los trabajos; es que aprendí a conceptualizar antes de empezar a diseñar o ilustrar. Así que ya cuando entré a una agencia de publicidad, ingresé como director de arte porque pues le movía mucho al diseño. Y poco a poco, aprendiendo por mi cuenta o aprendiendo en el trabajo, fui aprendiendo más sobre esa área.
Así que esas experiencias hicieron que fuera desarrollando tres intereses al mismo tiempo. Por un lado, tenía mi obra personal, lo que quería platicar de mi historia, de mi vida. Por otro lado, tenía el interés de hacer carteles de música y por último seguía siendo publicista.
¿Qué perspectivas te aporta la publicidad, que son distintas a las que aporta una formación de diseñador?
La parte buena que te da la publicidad es una gimnasia de pensamiento muy amplia. Te empuja a hacer ejercicios muy variados: un día pensar en una marca de pañales, otro día en marcas de chocolate o de bebidas. Todo eso te da agilidad de pensamiento para ponerte en el lugar del otro. Te hace pensar como un niño, como un ama de casa, como alguien de otro estatus social. Eso me ha ayudado para entender mejor en otros proyectos, y me ha ayudado a salirme de mi mismo y autocriticarme. También me ha aportado técnicas de conceptualización muy eficientes. Otra cosa que me ha sido muy útil, es que trabajar en agencias de publicidad te incita a no ser tan necio con cuestiones estéticas, y a concentrarte en la conceptualización.

Cartel para Jack White. ©Kraken Khan. Cortesía del archivo de Kraken.
¿Qué elementos visuales y conceptuales aparecen constantemente en lo que haces?
Pues generalmente mis imágenes terminan imprimiendo mucho de lo que siento, por eso me doy a la tarea de explorar todo lo que voy experimentando. En parte, reflejarlo es un medio catártico para liberarme, y me permite asimismo hacer imágenes que no podría hacer en otro estado. Entre las cosas que siempre terminan apareciendo en lo que hago están la oscuridad, sentimientos relacionados con la tristeza y, en especial, una exploración insistente de las relaciones maternas. Empecé a notar eso último cuando repare en que dibujo muchas mujeres, y todo el tiempo parezco buscar ese tipo de figuras.
Con el tiempo he concluido que lo que busco dejar en mis imágenes es una perspectiva espiritual. Y he llegado a pensar también que, en general, el arte es eso: establecer análisis personales, y nexos espirituales con la realidad.
¿Cómo haces las imágenes para carteles de música?
Curiosamente creo que, de entre las cosas que hago, el cartel de música es una de las más difíciles. Además, curiosamente fusiona los tres aspectos de las que hemos estado platicando: arte, diseño gráfico y publicidad. Y, más allá de eso, siempre me ha dado la libertad de expresarme.
En el cartel de música hay dos formas de trabajar: los músicos se acercan a ti y te piden directamente su material, dándote libertad de encontrar conceptos y universos gráficos. O a veces, ellos te dan un concepto y te dan pautas visuales. A final de cuentas, en todo se necesita pensamiento de diseño, y siempre hay cabida para la expresión personal. Lo chido es que siempre terminas subtitulando un concepto de manera gráfica, y terminas conectando con la sensibilidad de la gente. Si por mí fuera, haría carteles todos los días de mi vida (risas).

Cartel para Hello Seahorse. ©Kraken Khan. Cortesía del archivo de Kraken.
¿Cómo es tu proceso creativo?
Depende. Desde que dejé las agencias de publicidad empecé a hacer dirección de arte, y lo que he obtenido de eso es justo la manera de ir planteando metodologías. La conceptualización es el primer paso, y tiene mucho que ver con encontrar el hilo conductor creativo o filosófico del cliente. De ahí sigue ponerse a pensar en forma de representarlo.
Gran parte de lo que hago depende de las circunstancias particulares de cada proyecto. Aunque eso sí, todo mi bocetaje, desde el más básico, empieza siempre a lápiz. De ahí puedo tomar decisiones técnicas: tintas, sistemas de impresión, acabados. Pero la conceptualización visual empieza siempre en lápiz y papel.
Creo que todo esto lo fui adoptando a lo largo de mi trayectoria: yo no estudié, yo aprendí trabajando. Y también pienso que al trabajar sigo un poco la lógica del comic: definir a lápiz, trazar encima, entintar.
Con respecto al proceso de conceptualización, por lo general parto de elementos personales, expando su imaginario y los adapto al soporte. Siempre tengo puntos de partida visuales: busco entender qué tipo de formas se requieren. Desde que empecé en esto he opinado que es esencial nutrirse las pupilas, observar muchos tipos de cosas y leer de todo. Tener referencias ayuda a sacar tu mente más allá de si misma, y a no cerrarse a metodologías rutinarias. Así que gran parte de mi proceso es observar muchas cosas, incluso de otras disciplinas ajenas al arte (cocina, restauración de muebles, literatura).
¿Y qué referencias son las más importantes para ti?
Ah, se me ocurren miles. Pero las referencias a las que siempre acudo son Goya, Stan Lee, Neil Gaiman, Madureira. Y claro, las portadas de Metallica, la estética de Marilyn Manson, la visualidad gótica de Bauhaus y Banshees.

Cartel para Queens of the Stone Age. ©Kraken Khan. Cortesía del archivo de Kraken.
¿Qué es Buró Negro, y cómo comenzó?
Buró Negro es un despacho que nació hace 4 años con la filosofía de tener un espacio para hacer dirección de arte y de diseño. Cuando dejé de trabajar con agencias de publicidad empecé a conocer gente de startups que no tenía presupuestos para acerarse a agencias grandes, y me puse a hacerles asesoría de diseño. Noté que había una necesidad importante de ese tipo de servicios, así que empecé a enfocarme en trabajos relacionados con ello. Al final me di cuenta de que no iba a poder solo, y empecé a imaginar que sería bueno un lugar en el que se pudiese dedicar colaborativamente a eso. Y así surgió Buró.
¿Qué experiencias profesionales nuevas te ha ofrecido Buro?
Ha empezado una onda en la que la gente que trabaja aquí tiene sentido de pertenencia: siente que este es su proyecto. Aquí no hay esa lógica de ir a la oficina, cobrar y huir. Todos entendemos que Buró es nuestro. Mis compañeras incluso perciben que el proyecto les ha ayudado a crecer en sus propios planes personales, y eso es algo que no se tiene en agencias. Combinamos proyectos personales con profesionales, y creo que eso siempre nos ha fortalecido mucho.
¿Y qué experiencias individuales te ha aportado Buró?
He aprendido a conectarme mejor con las personas, más allá de un enlace profesional. En las agencias sueles trabajar como luchando en una guerra, pero Buró es como una familia: aquí buscamos fortalecer la colaboración, no tener una actitud de competencia. Me ha ayudado a cambiar mi actitud y a volverme más abierto a las necesidades de las personas.

Tiempo. ©Kraken Khan. Cortesía del archivo de Kraken.
¿Piensas que este enfoque colaborativo existe actualmente en el gremio creativo?
Pienso que está empezando a existir, nos está pasando que nos estamos dando cuenta de que es la mejor opción para la industria: se vuelve más interesante y competitiva. Además, así logramos hacer proyectos con mejores niveles de especialización. Esta tendencia de pequeñas células que se unen dependiendo la misión es mucho mejor que tener estructuras gigantes, porque te permite ofrecer siempre cosas distintas. Así que creo que sí.
¿En qué proyectos a futuro estás trabajando?
Estoy trabajando con Buró Negro en algunos discos que vienen pronto. En el despacho estamos en un proceso de expansión, buscando nuevos clientes y nuevas sinergias. Por otra parte, en mayo tengo una exposición personal que llevo tiempo preparando, y que por fin va a ver la luz.
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