La voz de lo nuestro. Entrevista con Zoveck Estudio.
Diseño | Entrevista por Zulay Crestani · 25.07.2019
Pareciera que la urgencia de la producción masiva de imágenes nos embotara. A veces, al enunciar visualmente, terminamos por no decir nada de nosotros mismos; menos aún del lugar y la gente de quienes somos. ¿Cómo se pronuncian nuestros orígenes cuando construimos imagen? ¿Y qué pasa si e se dejan de oír? La obra gráfica y docente que Sonia Romero y Julio Carrasco hacen en Zoveck Estudio se ha encontrado varias veces con esas preguntas. A través del tiempo, y sin proponérselo, su quehacer como creadores los convierte en agentes de una propuesta para responderlas.

ALTAGRACIA MERCADO. © Cortesía del archivo de Estudio Zoveck
¿Qué es Estudio Zoveck?
Sonia: Estudio Zoveck es un proyecto conjunto que surgió de manera incidental. Julio y yo nos conocimos en la universidad y descubrimos que teníamos intereses comunes, compartíamos un amor por la cultura popular y queríamos que eso incidiera de alguna forma en nuestra obra.
Estudio Zoveck tiene dos vertientes: es en parte un estudio donde hacemos diseño – imagen corporativa, diseño editorial, diseño para producto. Y por el otro lado, está Laboratorio Zoveck, donde nos dedicamos a hacer ilustración, animación y gráfica, nos damos oportunidad de explorar y construir nuestros propios códigos.
Julio: Creo que una aproximación a Zoveck Estudio puede ser a través del contexto en el que nació. Se trataba de un estudio de diseño que se insertó en un ambiente lleno de tendencias visuales. Nos tocó, en particular, el auge del minimalismo: los clientes se acercaban a nosotros y nos pedían eso, solo eso. Sonia y yo creíamos que estaba bien responder a esa necesidad, pero nos preguntábamos qué sentido tenía reaccionar mecánicamente a ella. Al final de cuentas, asumíamos que el diseño era resultado de experiencias culturales, de ideologías y modos de vida diversas. Las tendencias que nos rodeaban no eran congruentes con todo lo que nos conformaba, así que decidimos seguir nuestra inquietud de hacer diseño siendo congruente con lo que éramos.
Sonia: … la esencia de Estudio Zoveck se sigue de eso. No se trata de buscar fórmulas visuales, sino de vincular permanentemente nuestra actividad con lo que nos constituye. De ahí que en Zoveck incidan tantas cosas que nos han acompañado a lo largo de toda la vida: la saturación de formas, colores y texturas tan característica de la gráfica popular. El gusto por lo análogo, lo hecho a mano. La convivencia visual de varios mundos gráficos, como en las casas mexicanas, donde cada miembro de la familia aporta sus propias imágenes junto a las de los demás.
¿Cómo ha evolucionado el proyecto a través del tiempo?
Julio: Bueno, de entrada, todo ha sido muy paulatino, y todo ha estado girando siempre alrededor de la intuición y el descubrimiento… fue un camino en el que gradualmente empezamos a caminar, y al que de cierto modo llegamos por nuestras vivencias previas como creadores. Algo que es importante, es que esta actitud característica del proyecto pudo haber germinado en nuestra faceta de ilustradores. Además de diseño hacíamos ilustración las primeras veces que empezamos a vincular nuestra producción visual con nosotros mismos, lo hicimos a través de ilustración. Ahí empezamos, abordando inquietudes y experimentos, y ahí fuimos todos los rasgos gráficos que nos definen.
Sonia: Ya para el 2004 esto era un poco más consciente, y ahí fue cuando nos consolidamos como estudio. En esa etapa empezaron a pasar cosas interesantes. En primera, empezamos a llevar el mundo de la ilustración que menciona Julio, al área de diseño general. Hacíamos imagen corporativa y diseño con pautas ilustrativas.
Y lo otro que pasó, fue que descubrimos la esencia que terminaría dándole nombre al estudio: el ocultismo y la magia. Zoveck Estudio, después de todo, hace un homenaje al personaje ocultista con el que creció nuestra generación. Más allá de un gusto, el estudio se identifica con él porque en el fondo son similares: buscan la realización de acciones misteriosas e inexplicables, teniendo a la mano recursos siempre delimitados. Y en México, en particular, el ocultismo sabe a nosotros, está en las calles, en los circos de pueblito. Reúne a gente y la gente lo sabe suyo.

CARNAVAL. © Cortesía del Archivo de Estudio Zoveck
¿Cuáles son sus rasgos como creadores individuales? ¿Qué contrastes y aportaciones dejan en el proyecto?
Sonia: Creo que rasgos diferenciales hay muchos. De entrada, por ejemplo, el entorno natal de cada uno. Venir de zonas contrastantes de la ciudad nos ha dado experiencias visuales, urbanas y de vida muy distintas. Hablando más de nuestro ámbito profesional, nuestras individualidades se notan mucho en el tipo de temas que nos ocupan. A mí, por ejemplo, temas como el tarot, la magia y el psicoanálisis me envuelven todo el tiempo. Estoy muy interesada en la mística y el imaginario psicoanalítico de Jung. Me inquieta aproximarme a conceptos del inconsciente y de las bases del pensamiento humano.
Julio: Mis temas giran más en torno a las manifestaciones de lo sagrado. Me llama la atención la necesidad humana de buscar lo trascendente, se me hace intrigante que sea una constante milenaria que aún conservemos. Ahorita me concentro particularmente en el concepto de lo sagrado para los Trinitarios Marianos; en concreto, su concepción de lo demoniaco. Me parece fascinante cómo algo tan aunado a nuestra psique pueda también ser algo tan variable de acuerdo a nuestros aprendizajes culturales.
¿Cómo se concilia el enfoque de Zoveck Estudio con los mecanismos de producción de su industria?
Sonia: Hasta cierto punto, esa conciliación la encontramos con base en descubrimientos. Iniciamos, por ejemplo, creando un libro de magia. Y el libro inicialmente no tenía pensada una salida a la industria. De boca en boca, un colega nos recomendó que lo expusiéramos en un espacio en el que pudiera llegar a más gente, para que incluso existiera la posibilidad de volverlo redituable. Lo hicimos…y se terminó convirtiendo en nuestro primer proyecto auto promocional. La gente lo compró, y de pura puntada fue llegando a clientes que nos contactaron porque coincidían con nuestra forma de crear gráfica. Muchas de nuestras colaboraciones más ricas vinieron de ese tipo de coincidencias.
Julio: Algo que siempre ha pasado con Zoveck Estudio es que los clientes han tenido afinidades con nosotros, ya sean visuales o de formas de ver la vida. Así que esa conciliación se ha venido dando como un diálogo. Creo que cuando tienes esa proximidad con el cliente, la colaboración es muy fructífera: se intercambian muchas ideas, se toman más riesgos. Claro, nos ha tocado experimentar de todo, pero esos clientes nos han aportado mucho aprendizaje.

MEDUZA. © Cortesía del archivo de Estudio Zoveck
¿Cómo construyen imágenes? ¿Siguen algún método o serie de pasos?
Sonia: Nos basamos mucho en la intuición y la búsqueda de símbolos. Cada proyecto es un replanteamiento de códigos. Por lo general, acudimos a la técnica de collage porque nos abre muchas posibilidades. Más allá de eso, tenemos ciertas pautas compositivas que suelen hacer buena resonancia con nuestros conceptos. Trabajamos mucho con pesos y contrapesos, con simetrías y composiciones de espejo.
Julio: Sí, seguimos un sistema relativamente común al razonamiento de diseño; lo que cambia es que muchas decisiones las tomamos de manera intuitiva. Aunque todo el proceso depende de muchas cosas, sobre todo del tiempo. Es genial cuando tenemos suficiente tiempo. Si lo tenemos, usualmente iniciamos haciendo investigación, buscando información, yendo al tianguis. Cuando juntamos todo y nos ponemos a generar imágenes, nos alejamos un poco del academicismo del diseño: no nos preocupamos en exceso por los principios de reproductibilidad, y nos enfocamos en buscar nuevas posibilidades expresivas.
¿Tianguis? ¿Cómo integran ese paso en su proceso creativo?
Sonia: Bueno, empecemos por decir que somos unos acumuladores, ya es una enfermedad (risas). Siempre tuvimos esa onda de buscar objetos que nos despertaran curiosidad; forma parte de nuestra vida cotidiana, y lo hemos integrado a nuestro lenguaje visual. El tianguis es, digamos, donde buscamos materia prima para conjugar imágenes. Vamos por objetos que luego integramos en nuestras construcciones de collage. Nos gusta que los objetos nos llamen, nos sugieran sus propios significados. Hemos recorrido muchísimos, pero nuestro tianguis favorito para buscar objetos es el de La Lagunilla. Es impresionante, hasta parece que tiene una curaduría propia.
Julio: Cuando hay proyectos con tiempo considerable, incluso planteamos nuestro cronograma incluyendo los días de la semana en los que habrá tianguis e iremos a recorrerlo.
Sonia: Después de todo, chacharear es algo muy de nosotros: aunque dejáramos de diseñar lo seguiríamos haciendo. Es tan nuestro que tenemos hasta hábitos y técnicas para buscar, hablar con el vendedor, conseguir un buen precio.

REY DE REYES. © Cortesía del archivo de Estudio Zoveck
¿Qué posibilidades creativas han descubierto al trabajar con collage?
Sonia: El collage tiene algo fundamental: descontrol. Y ese descontrol es una magia que atrapa y se desenvuelve por sí misma. Algunas veces pareciera como si al hacer collage las imágenes pidieran ser manifestadas. El collage permite esos mecanismos, deja en claro que uno no siempre lo domina todo. Claro, siempre se impone cierto tipo de control, pero en el fondo se sabe que hay un elemento incierto que está en juego.
Julio: Sinceramente, cuando empezamos a implementar esa técnica, no pensamos que llegaría tan lejos. Pero es una técnica que permite muchas libertades. A veces, lo padre de este tipo de construcción es que parece que los objetos se comunican entre ellos. Hay un objeto que tú seleccionas, pero resulta que no se lleva bien con los otros. Así que hay que moverlos. Y en algún momento, se conectan. Pareciera que la imagen surgiera por sí misma.
Sonia: Algo que nos importa cuando lo aplicamos, es que el collage no se vea como collage, sino que se noten los nexos entre las piezas. Que se aprecie que una imagen sola se manifiesta y surge de las partes. En ocasiones, la verdad, hasta se nos vuelve una obsesión.
¿Qué vínculos han descubierto entre la identidad mexicana y la imagen?
Sonia: Pensamos que en nuestra cultura tendemos a filtrar nuestra identidad a través de imágenes. Creemos que por eso nuestra gráfica popular enuncia tan bien nuestro frenesí: nos rodea una cultura muy densa con mucho qué contar.

LA FINA ESTAMPA. © Cortesía del archivo de Estudio Zoveck
¿Piensan que este vínculo se observa en el trabajo de diseñadores mexicanos? ¿Y consideran que debería ser así?
Julio: En nuestra experiencia, hubo un momento en el que buscar una identidad diseñística mexicana tuvo su auge, pero con el tiempo las formas de producir se transformaron. A veces, pareciera que se intenta absorber lo que viene de fuera, intentando no conectarse con lo que somos.
Sonia: Valoramos mucho la densidad de nuestra cultura, y creemos que cada trinchera debería dar cuenta de su locura. Pero entendemos que es algo que se replantea cada generación. Cada una obviamente lo percibe de manera distinta. Habría que darle oportunidad a las generaciones nuevas para que manifiesten sus propios códigos.
¿Cómo perciben el quehacer contemporáneo de la ilustración?
Julio: Hemos notado que hay una fascinación por la forma en tanto forma. En Estudio Zoveck nos atrae la forma por la cantidad de hallazgos a los que nos ha conducido. Las formas de la gráfica popular mexicana, por ejemplo, nos conducen siempre a pensar en nuestra dimensión colonial, y la manera en que lidiamos con ella. Nos hace ver cosas como el sincretismo o las expresiones populares de identidad. Pero percibimos que, a veces, en la ilustración contemporánea no se indaga mucho en eso, se trasplantan visualidades ajenas sin cuestionarlas, o incluso se intenta ignorar lo que somos y de dónde venimos.
¿Qué advierten en el panorama actual del diseño y la ilustración en México?
Sonia: Nos preocupa el carácter depredatorio del mercado y los mecanismos que obligan a los diseñadores a precarizar su trabajo. Encontramos desalentador el panorama a futuro: las propuestas son fervientes, pero la industria es dañina. Hemos reflexionado, sin embargo, que la forma de hacerle frente a todo ello es a través de la colaboración y la colectividad. Hemos coincidido con colegas que comparten esa opinión, y hemos hablado de crear espacios en los que los creadores puedan establecer sus propios mecanismos. Nuestra experiencia con este ámbito se ha nutrido desde hace algunos años, cuando empezamos a organizar La Fina Estampa. Justo es un evento basado en eso: generar mercados colaborativos, concretamente para la gente que hace grabado. A través de esa experiencia, hemos entendido la importancia de atender esa responsabilidad hacia los otros y abrir espacios más sanos de difusión.
Julio: Y creo que en esa línea de la responsabilidad, no hay que dejar de mencionar el valor de la docencia. En nuestros talleres hemos descubierto el valor que tiene la comunicación entre generaciones, y la creación de redes. No solo permite compartir experiencias y aprendizajes, sino que permite que las comunidades de creadores sean más cohesivas y sepan reaccionar mejor.

ESTAMPAS DE LA SUGESTIÓN. © Cortesía del archivo de Estudio Zoveck