Tinción vivencial. Entrevista con Azul Betania
Diseñadores del mes, Diseño | Entrevista por Zulay Crestani · 04.12.2019
El trabajo de la tatuadora Azul Betania tiene similitudes con varios otros quehaceres. A veces, se asemeja a la traducción, una en la que las vivencias individuales se trasplantan a un lenguaje tangible. Otras, comparte con la agricultura la contemplación de lo orgánico: lo que crece y cambia.
En el caso de Azul, le fascina que el tatuaje sea una especie de ejercicio textil; pues tatuar se siente como hilvanar personas y urdir hilos entre sus anécdotas y emociones.
¿Cuál ha sido tu historia en esta disciplina?
Mi trayectoria como tatuadora en realidad está en una etapa temprana. Trabajé con amigos en un estudio de diseño por varios años. Luego de colaborar con ellos y de aprender muchísimo, decidí concluir un proyecto de despedida y buscar un camino nuevo. Y es que, aunque me sentía muy bien haciendo diseño, sentía que necesitaba encontrar algo que no me aislara.
Al salir del estudio, hice caso a un par de amigos que me pedían que les tatuara mis ilustraciones. Todo empezó desde casa: me informé sobre tintas y técnicas, luego me conseguí una máquina y empecé a tatuarlos a ellos, mi gente más cercana. Ya desde el inicio, me di cuenta, de que tatuar era una experiencia que me permitía aproximarme a ellos de manera distinta.
A inicio de este año, Pablo Díaz, el fundador de Soy Feliz Studio, empezó a compartirme sus observaciones sobre los tatuajes que yo publicaba en redes sociales. Durante el tiempo que estuvimos intercambiando impresiones, yo comenté que me gustaría aprender más sobre la disciplina, meterme de lleno en ella. Y luego de un par de meses, Pablo me comentó que había surgido un espacio en el estudio. Yo, sin pensarlo, le dije que me gustaría tomar esa oportunidad. Ya van siete meses, más o menos, y hasta la fecha sigo trabajando y aprendiendo en Soy Feliz.
¿Cómo fue dar ese salto entre el diseño y el tatuaje?
Fue un gesto un poco intrépido. No fue algo que yo haya planeado, sino una alternativa que llegó de repente y que me atreví a tomar. Y sin embargo, tampoco fue como llegar a un lugar completamente ajeno.
Me formé como diseñadora en la EDINBA (Escuela de Diseño del Instituto Nacional de Bellas Artes). Como estudié diseño integral, aprendí a no limitarme en una sola disciplina, y a implementar el pensamiento de diseño en diversos medios: cerámica, textil, caligrafía. Así que cuando empecé a hacer tatuaje, noté que muchos aspectos del proceso de diseño encajaban bien en este nuevo lugar. Adaptarme no resultó difícil.
El contraste más notorio de este salto fue que ya no trabajaba con solo materiales. Ahora trabajo con personas, con piel que tiene apariencia pero también sensibilidad. Así que, de cierto modo, ese salto que mencionas es algo que intento hacer todos los días, y que me gustaría resolver en algún punto de mi carrera. Me gustaría conjuntar por completo los procesos que desata el diseño, con los gestos comunicativos y vínculos que se hacen en el tatuaje. Pero me gustaría también migrar los conceptos y técnicas de las disciplinas gráficas que me nutren. Me fascina la caligrafía, por ejemplo, y me encantaría llegar a un punto en el que pueda aplicar algunos de sus elementos en mi trabajo como tatuadora.
¿De qué otras disciplinas te nutres?
Bueno, justo mencioné que me gusta mucho la caligrafía (risas). Si hiciera un listado de todas las cosas a las que recurro no terminaría, porque encuentro aprendizaje en todo. Reviso fotografía de moda, fotografía de arquitectura, escultura y obviamente el trabajo de otros tatuadores. Vengo de haber trabajado en el diseño por cinco años, así que obviamente heredo métodos y conceptos del branding, del diseño editorial y de la ilustración.
Hablando de actividades ajenas a las disciplinas visuales, me fascina la música. La practico (canto y toco algunos instrumentos), pero también es algo que necesito cuando estoy trabajando. Tatuar, me parece, es una experiencia que involucra todos los sentidos. La música me ayuda a conducir correctamente la situación, tanto para hacer sentir a la persona en un ambiente adecuado, como para que yo pueda comunicar lo que se requiere.
¿Qué características tiene tu trabajo?
Con respecto a cuestiones gráficas y técnicas, creo que mi trabajo está orientado a un manejo cuidadoso de líneas, texturas y formas. Mucha motricidad fina. Aunque, como dije antes, estoy todavía aprendiendo y hay muchas técnicas que todavía tengo que explorar. Por eso mismo pienso que mis tatuajes manifiestan cierta orientación gráfica pero no consolidan aún un estilo.
Hablar de motivos es un poco más difuso, porque en eso no se decide individualmente. Podría decir que en general me llama la atención hablar con imágenes de organismos, plantas; y me emociona mucho trabajar con símbolos.
¿Cuál de esos aprendizajes que estás por adquirir, es el que más te emociona?
En realidad no hay una técnica como tal que me gustaría aprender. Considero que hay formas y elementos que voy adaptando a mi propio trabajo, y que en algún momento buscaré consolidar. En todo caso, si hubiera algún estilo que me gustaría dominar de la noche a la mañana, sería el Neotradicional.
¿Qué fases tiene el proceso de creación de un tatuaje?
Como hacer un tatuaje es, a grandes rasgos, crear imagen, tiene procedimientos muy parecidos al diseño. Aunque obvio, cada tatuaje es un reto diferente. Hay algunos que son solicitudes claras y no requieren demasiada conceptualización. Hay otros que yo inicio desde cero.
Para ese tipo de trabajos, hay una etapa de recolección de información en la que platico con las personas, escucho sus motivos y sus referencias. Le sigue una fase en la que absorbo todo lo que me permita conducirme hacia la imagen correcta para esa persona. Veo y veo muchas cosas. Durante la semana recopilo material que encuentro en internet, en libros, en la calle, que me puedan ser útiles para construir la imagen. Cuando todo eso se vierte en el concepto final, y éste queda aprobado, lo demás es más rápido. Se cita a la persona la cantidad de sesiones que requiera el tatuaje (dependiendo de su tamaño y sus características gráficas).
Durante las sesiones se hacen procedimientos técnicos, claro, pero se tiene siempre en mente el bienestar de la persona. Se pone atención a sus reacciones y las de su cuerpo. También hay que estar muy consciente de que estamos haciendo imágenes sobre cuerpos. Todos los tatuadores que conozco, se aseguran de comunicarle a las personas que, si empiezan a sentir duda sobre la marcha, pueden siempre cambiar de opinión o tomar tiempo para reconsiderarlo. El gran centro del proceso es ese: recibir las decisiones de las personas sobre su cuerpo y respetarlas siempre.
¿Cómo gestionas esa relación que hay entre las imágenes que te solicitan, y lo que tú propones?
Esa, de hecho, es para mí una de las particularidades más importantes que tiene el tatuaje en contraste con el diseño. Las relaciones que mencionas, yo las manejo a través de vínculos. En el diseño hay el imperativo de alcanzar un éxito comunicativo, y de hacerlo de manera impersonal. Se debe encontrar un punto medio entre la solicitud y la propuesta, y ese punto debe ser frío. En el tatuaje, esa conciliación de solicitud y propuesta no es un conflicto, y se puede resolver escuchando la historia de quien se quiere tatuar. A veces, tengo ya imágenes mías que la gente quiere llevarse consigo. Otras, tienen una imagen que les gustaría tatuarse utilizando mi personalidad gráfica. En otras ocasiones, solo buscan ilustrar visualmente una idea o experiencia concretas.
¿Qué aspectos técnicos propios del tatuaje te parecen más interesantes?
Todos los aspectos técnicos que pueda mencionar se derivan del solo hecho de que tatuar es crear sobre piel. Hay elementos de la ilustración que no tienen contraparte en el tatuaje, justamente porque la piel es un soporte en sí mismo. Hay texturas y líneas que se pueden dar en el tatuaje, y no en la ilustración. Cada vez que tatúo, me emociona ver cómo reacciona la piel de las personas, cómo se traslada la tinta y qué tipo de sensaciones visuales se generan.
Otra consideración técnica que entra en juego, es la clase de superficie en la que se va a realizar la imagen. La parte del cuerpo en la que se realiza, el tono de la piel, e incluso los pliegues o movimientos que presenta, son variables que moldean la imagen final.
¿Cómo describirías la escena del tatuaje en la Ciudad de México?
Me parece que pasa por un momento muy prolífico. Pienso que en los últimos años los prejuicios hacia el tatuaje se han estado poniendo en duda de manera constante. Obviamente, en muchos contextos esos prejuicios persisten, pero a gran escala, considero que sí se han debilitado. Eso hace que la gente se anime a entrar a este mundo, ya sea tatuando o tatuándose. No siento que haya una oleada de gente repentinamente atraída por el tatuaje; creo que somos los mismos con una perspectiva más abierta sobre la disciplina.
Hay un montón de estudios de tatuaje en la ciudad, y cada uno tiene sus propios tatuadores, con sus propias personalidades gráficas. Se me hace muy valioso que exista tal diversidad en ese sentido. Y otra cosa genial que está pasando en la ciudad (y que es justo lo que me trajo aquí), es que cada vez más, esos estudios se están abriendo a gente nueva, a permitirles adentrarse en la disciplina aún si no tienen experiencia. Valoro mucho esta actitud de difusión del aprendizaje, porque nos nutre de forma individual, pero también hace que crezcamos como gremio.
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