Balam-ha’ Carrillo: Cambiando las reglas de la fotografía
Artes Visuales, Artistas del mes | Entrevista por Mayra Cortés · 04.11.2019
En ocasiones, sólo es necesario mirar dentro de uno mismo para poder contar las historias más sinceras y significativas, aquéllas que nos tocan profundamente y nos recuerdan que somos humanos ante todo. Es así como desde los vagones del metro hasta las calles de Suecia, Balam captura pequeños momentos a partir de los cuales nos cuenta su propia historia, mostrando la belleza y lo extraordinario de lo cotidiano.
Balam-ha’ Carrillo es un fotógrafo cuyo trabajo se centra en lo documental y la fotografía callejera, inició su formación académica en la Escuela Activa de Fotografía y a lo largo de su carrera ha realizado trabajos para organizaciones civiles como UNICEF además de proyectos personales. Hace algunos días Balam se reunió con nosotros para poder platicar sobre él y su sobre su forma de hacer fotografía.

Sin título I, por Balam Ha. Cortesía del archivo de Balam Ha Carrillo.
¿Por qué decidiste ser fotógrafo?
A veces la vida te va abriendo puertas, yo, de niño, jamás pensé que podía ser fotógrafo, ni es que soñara ni que dijera: “yo veo imágenes caminando”.
Cuando yo era niño no teníamos mucha lana en la casa, y aunque me gustaba tomar fotos era muy caro, o por lo menos, a nosotros se nos hacía caro.
Me tardé varios años en terminar la prepa, estaba muy desesperado porque estaba como en un periodo de depresión muy fuerte, no sabía muy bien qué quería hacer con mi vida, viajé un poco, trabajé en algunas cosas, hasta que acabé la prepa abierta como a los 25, y dije: ¿Y ahora qué quiero hacer? Me había comprado una cámara cyber-shot como de 5.1 megapíxeles y con esa andaba tomado fotos de todo, y alguien me dijo por ahí que por qué no estudiaba foto, fui a buscar una escuela y encontré la Activa.
Así fue cómo descubrí la foto, me acuerdo que sentí que encontré mi camino. Las primeras clases son como nueve meses de fotografía análoga, pasas por el revelador y la ampliación de las fotos, y cuando vi mis fotos fue cuando dije: ¡no manches! esto es lo que quiero hacer.
Fue un poco coincidencia, y raro, de hecho en la prepa tomé taller de foto, pero nunca fui porque me di cuenta que necesitaba una cámara y no tenía lana. Necesitaba una réflex y yo sentía que era carísimas así que nunca me presenté, ahora digo: a lo mejor si hubiera ido a esas clases hubiera encontrado mi vocación un poco antes o tal vez no. Yo quería estudiar historia y terminé por no estudiar alguna carrera universitaria más que la Activa, que es como técnica.

Sin título LI, por Balam Ha. Cortesía del archivo de Balam Ha Carrillo.
Centras mucho tu trabajo en lo documental y en la foto de calle ¿Por qué está enfocado ahí?
Siempre me ha interesado mirar a los otros como para mirarme a mí. Cuando estaba en la escuela practiqué varios estilos de foto y desde ahí fui diciendo: ésto no. Lo documental se me facilita más porque siento que soy mejor viendo qué es lo que hay.
Luego, hice un par de trabajos con una ONG en Chiapas como voluntario, documentando el trabajo de médicos en comunidades remotas y vulnerables de Chiapas. Ahí me di cuenta que me encantaba conocer personas, lugares, que la fotografía se vuelve un pretexto para conocer lugares y estar en situaciones en las que no podrías estar de otra manera, y me gustó mucho.
Y la foto de calle me encontré con ella porque yo era muy tímido, todos los trabajos que hacía en la escuela eran como bodegones. Tenía mucho miedo de salir a la calle y que me robaran la cámara o que me vieran y se enojaran conmigo. Tenía una novia en Suecia y la fui a visitar, ahí me sentí seguro, de pronto dije: ah! pues creo que aquí no me van a robar. Para poder sobrevivir como fotógrafo, he tenido que hacer absolutamente de todo. Ahora, si me dicen de una boda, aunque disfruto la parte documental, no me gusta tomar retratos posados, “ a ver, ahora vamos enfrente de la iglesia”, “ahora, tómame con mi prima”, además te exigen cosas como “me pones photoshop”, a mí no me gusta, lo sé utilizar, pero para mi trabajo me gusta más lo natural, lo que yo puedo crear con los elementos que ya están dados, buscar cómo los acomodo, cómo puedo yo contar algo mío, por eso voy más hacia lo documental y lo callejero, me siento más a gusto ahí.

Sin título II, por Balam Ha. Cortesía del archivo de Balam Ha Carrillo.
¿Cuál es la importancia de salir a documentar la calle?
Para mi es importante lo cotidiano, me interesa mucho la cotidianidad y la importancia en los momentos que no son noticia. Las cosas que siempre pasan. Encontrar belleza e historias en momentos cotidianos, es muy importante, y siento que son cosas que luego no tienen un valor, en lo cotidiano podemos encontrar personas que a lo mejor no aparecerían en las noticias porque no hacen algo que los hagan llegar a esa fama, no son dignos de noticia porque no es algo inmediato o un suceso, sino que son vidas y momentos. Siempre me ha gustado observar y ver pequeñas acciones, cosas que me recuerdan a cosas que he vivido yo, para mí, lo importante de lo cotidiano es encontrar mis propias historias, cosas que creo de mi mismo y que imagino o que recuerdo. Construir pedacitos de mi propia historia con la vida de los demás.
¿Cuáles son los temas que tratas en este tipo de fotografías?
Me gusta mucho hablar de la familia, de cómo se constituyen, de cómo son, de qué hacen. Mis papás se divorciaron cuando yo era un niño, entonces siento mucho anhelo por retratar padres con hijos, cosas que a lo mejor yo no viví tan de cerca.
Me interesa mucho la muerte, el amor que hay en la muerte y en el dolor, los funerales se me hacen una cosa muy fuerte; los perros, me interesa mucho el humor, intento buscar situaciones que me dan risa y retratarlas. Me gusta cómo juega el fondo con lo que está al frente y cómo hay una relación, que si no somos observadores no podemos ver, pero encuadrándola ves la relación que hay entre ellos y eso se me hace chido, disfruto esos momentos.

Sin título XXXII, por Balam Ha. Cortesía del archivo de Balam Ha Carrillo.
¿Cómo fue tu experiencia haciendo Hasta Maxtla?
Fue muy fuerte porque mi abuelo fue como mi figura paterna, además de mi papá, siempre estuvo ahí con mi hermano y conmigo. Cuando murió lo primero que se me ocurrió fue agarrar la cámara, no sabía cómo iba a procesar todo eso, entonces empecé a tomar fotos de mi familia. Todo el funeral estuve documentando, me acuerdo que lo estaban enterrando y yo estaba con la cámara, llorando con un ojo y con el otro viendo toda la belleza del momento, el cielo se veía hermoso, la luz estaba bien bonita y la tristeza estaba muy tangible, pero también el amor y todo lo que significaba ese dolor.
A la hora de editar fue cuando sentí el poder (del dolor), estuve como un mes editando las imágenes y era llorar y llorar, y verlas, y ver el cuerpo de mi abuelo, tener las imágenes grabadas no sólo en la mente, sino en la computadora.
Se me ha hecho siempre muy importante porque me ayudó a procesar. La fotografía en principio me sirvió como si fuera un escudo, con la cámara de frente no podía yo vivirlo porque tenía que documentarlo, pero ya en el proceso de edición tuve oportunidad de vivirlo y revivirlo, entonces ese proceso se me hizo muy sanador, además se me hace importante porque queda un registro para mis sobrinos, por si tengo hijos, para la familia.
Veo que tu trabajo tiene mucho de lo personal, de lo que te pasa, ¿tu inspiración también proviene de ahí o viene de otros lados?
Yo creo que sí, viene de mí, por lo general, siempre intento contar algo mío, incluso cuando estoy fotografiando un niño o una persona, por algo lo ví y algo estoy queriendo decir, digo, también hay veces que simplemente es la estética, una sombra, un reflejo. Me influencian fotógrafos y fotógrafas callejeras y documentales, pero al final de cuentas, en temas, en gestos y cosas que veo, sí creo que vienen de mí, de todo lo que he vivido, mi historia y la de mi familia, mis miedos y todo lo que soy.

Sin título XIX, por Balam Ha. Cortesía del archivo de Balam Ha Carrillo.
¿Hay algunas referencias que vengan del exterior, además de estos fotógrafos?
Seguramente sí, por ejemplo a mí, me gusta mucho la cultura japonesa, el cine oriental, de niño veía caricaturas todo el tiempo, me gusta la música, oigo absolutamente de todo, mi papá toda la vida escucho salsa y mi mamá rock, entonces yo tengo una mezcla bien rara de las dos cosas. Ahora yo escucho cumbia, metal, pop coreano y japonés, música clásica, de todo. Hay como un sincretismo de mi familia porque además mi mamá es maestra, y luego estudió para ser psicoterapeuta gestalt y mi papá se dedicó todo el tiempo al comercio, entonces yo crecí en los tianguis los domingos y entre semana nos íbamos a los museos con mi mamá. Es una familia bien diversa y bien distinta, una que le da más importancia a lo intelectual y cultural, y otra que le da más importancia a las experiencias de vida.
¿Qué retos has encontrado como fotógrafo en México?
Creo que a veces los retos se vuelven un poco los espacios, de aprendizaje, de enseñanza. No digo que la gente que tiene espacios no se los merezca, por ejemplo espacios de difusión o exposiciones, apoyos y becas, porque la gran mayoría trabajan súper fuerte y son muy dedicados, pero a veces, siento que si hay una homogeneidad de voces y generalmente es clase media alta, gente blanca, nunca veo personas indígenas exponiendo, personas afromexicanas, bueno, ni siquiera son visibles, hay como una élite en cuanto a que tienes que pasar por ciertos pasos para poder llegar a ciertos espacios. Yo, por lo menos, que nunca he pasado por un espacio de esos a pesar del privilegio que tuve de haber estudiado en la Activa, encuentro que la gente se encuentra con muchas paredes para que tu trabajo pueda trascender o llegar a otros lugares y ser visto por más personas. En Instagram creo que hay personas que hacen un trabajo increíble y que no son reconocidos porque simplemente no han pasado por esos lugares que son los que te acreditan con tu sello de fotógrafo. Si no hablas de estos temas, que son los importantes de México, si no hablas del narco o de la violencia, pues entonces tu trabajo no es relevante porque estos temas ahorita, para nosotros los que decidimos qué es relevante, no son relevantes.
Por ejemplo, la fotografía de calle generalmente no es relevante al menos que la transformes y le des un discurso de tres páginas, que vaya más allá de sólo unas imágenes que se vean chidas y creo que eso es importante, pero también creo que es importante que se abran espacios para voces distintas que no necesariamente estudiaron fotografía o que no tuvieron la oportunidad de estudiar fotografía, gente que no ha tenido oportunidad de tener una cultura visual tan amplia como la gente que se puede dedicar todo el tiempo a estudiar y estudiar. Sus voces también son válidas, al mismo tiempo también lo digo para mí, es una manera de decirme: “también tu voz es válida, merece ser escuchada y vista”, y tal vez, ya sea una bronca de autoestima, pero yo lo veo en otras personas, que de verdad tocan puertas y se esfuerzan un montón y como que esas puertas no terminan por abrirse, si no encajas con ciertas cosas. Siento que esa es una de las dificultades de la fotografía en México, pero tal vez en todo el mundo.

Sin título XLVI, por Balam Ha. Cortesía del archivo de Balam Ha Carrillo.
Hace un rato dijiste que eras muy tímido y adentrarte a la calle era muy difícil ¿Cómo te enfrentaste a eso?
Creo que me ganaron las ganas de hacer foto, y dije: ¡es que quiero esta foto!, ¡quiero esta foto!… ok, va!… voy a intentarlo. Poquito a poco, primero tomaba fotos de los pies, luego me atreví a tomar de frente a alguien que caminaba, después a sacar la cámara más cerquita con el celular, sin que me oyeran, fui encontrando mañas y maneras de no ser visto. Ahora, ya me cansé un poco de eso, porque siento que lo he hecho tantas veces que ya no lo disfruto tanto, ahora estoy intentando que me vean más. No sé si tenga relación pero cada vez me siento más merecedor de ser visto, no porque me merezca ser visto sino porque tal vez me siento menos mal acerca de mi trabajo, ya considero que se parece más a lo que me gusta a mí, entonces me da menos vergüenza mostrarlo.
Tengo menos miedo de decir “oye ¿te hago un retrato?” o que me vean con la cámara y sonreírles, cosa que antes era totalmente imposible, no quería que sucediera porque tenía mucho miedo de que me vieran y me dijeran: “tú no vales” o “¿por qué estás haciendo esto?”. Cada vez, con la práctica fotográfica, me he dado cuenta que está chido, que lo puedo hacer y que no pasa nada.
Aunque sigo teniendo miedo, cada que salgo a tomar fotos, cada que me dejan una chamba digo: ¡chale! me muero de miedo, siento que no la voy a poder hacer. Ya que la estoy haciendo la disfruto, pero siempre tengo nervios a no poder lograrlo. Y ahora que ya lo he hecho varias veces, cada vez es más difícil ponerme pretextos, porque digo: ya lo has hecho, ya has podido, ahora vas a seguir pudiendo. Pero siempre hay un obstáculo personal, mi miedo y mi comodidad, porque a veces para hacer una foto que quiero, tengo que salir de lo cómodo y arriesgarme.

Sin título XXXV, por Balam Ha. Cortesía del archivo de Balam Ha Carrillo.
Hasta ahora, esa ha sido tu experiencia aquí en México, pero también has hecho fotografía en el extranjero ¿Cómo ha sido esa experiencia?
Chido, en Suecia está muy libre, me atreví a sacar la cámara y nunca nadie me dijo nada, nunca tuve problemas.
Eso justamente ¿Cómo es vivir ese contraste? Porque dijiste que ahí te sentías más seguro…
Sí, pero yo creo que me sentía más seguro porque no conocía, porque me imaginaba que Europa está en otro pedo. Aún allá, en Suecia, había días que no quería salir, me daba miedo. Me di cuenta que no dependía tanto del lugar si no de mí, si yo estoy mal aquí pues también estoy mal allá y en donde sea. Luego fui a Perú, y me gustó mucho, allí hacía fotos con celular en las combis, me concentré mucho en el transporte público, pero siento que no cambia tanto, lo que te cambia es estar de viaje, te sientes más libre y con más curiosidad, pero en realidad, si yo hago lo mismo aquí, me siento igual, si yo digo: ok, voy a ver con otros ojos el metro, puedo ver imágenes que me den curiosidad, o en la calle o en mi barrio o donde sea, porque me ayuda a pensar que estoy de viaje. Me ayuda eso que aprendí en otros lados, ser curioso y ver que cada salida a la calle es un viaje, independientemente de dónde es.

Sin título XXV, por Balam Ha. Cortesía del archivo de Balam Ha Carrillo.
De tus proyectos ¿cuáles son los que más te han gustado?
Me gusta mucho el que hice en Lima, en Perú, porque también grabé audio, se pueden oír sonidos e hice un trabajo de edición, ves las fotos y oyes los sonidos.
También me gustó el que hice de mis perritos, ese lo hice antes del de mi abuelo, y haber fotografiado a mis perritos cuando los ayudamos a morir, creo que me preparó para lo que iba a ser la muerte de mi abuelo.
Veo que con este proyecto de Perú ya hay una inquietud audiovisual ¿Vas a seguir explorando por ahí?
Sí. Me gusta mucho, tengo muchos sonidos grabados del metro, estoy haciendo más video, no sé todavía cómo mezclar cosas, pero sí.
A veces siento lo mismo grabando un audio súper chido de una conversación ajena en la calle que tomando una foto, para mí, lo importante es contar lo que veo y transmitirlo, ya sea con audio, video o foto.
A veces siento que las fotos que tomo en la calle son bocetos, no los siento como proyectos porque todas son distintas, siento que son bocetos de luz que me ayudan a mantenerme despierto mientras hago proyectos más grandes.
¿Cuáles son esos proyectos?
Proyectos como el de mi abuelo, el de las combis, el de mis perritos o proyectos personales que todavía no llevo a cabo, pero que me gustaría hacer, porque cada vez me llena menos las fotos sueltas, siento que ya quiero hacer otras cosas, proyectos que tengan una narrativa.

Sin título VIII, por Balam Ha. Cortesía del archivo de Balam Ha Carrillo.
Has colaborado con varios colectivos, incluso eres uno de los fundadores de Metro
Chilango ¿Cómo ha sido esa experiencia?
Ha sido una experiencia bien bonita, yo empecé Metro Chilango porque tomaba fotos en el metro y me gustaba, y dije: a lo mejor hay una comunidad que suba fotos del metro. Luego vi que no había y dije: ah pues la voy a hacer. Y ver cómo tanta gente se ha interesado ha sido una cosa maravillosa, porque jamás me imaginé que fuera a tener ese alcance, que hubiera un documental, que hubiera interés por hacer exposiciones, gente que nos escribe de otros lados, diciendo “muchas gracias” porque les recuerda cuando ellos vivían por acá, que les gusta mucho la página porque les gusta ver cómo es su ciudad y extrañan Pantitlán en hora pico.

Sin título XII, por Balam Ha. Cortesía del archivo de Balam Ha Carrillo.
Y sobre todo, a la gente que me ha permitido conocer, es lo más importante, gente que no habría conocido si no nos hubiéramos juntado por nuestra pasión por documentar el metro. Y también el hecho en sí, el trabajo de una documentación mucho más objetiva, porque somos más, mientras más seamos, más objetiva va a poder ser, más va a poder ser un reflejo de nuestros tiempos, porque si nada más la hago yo pues va a ser mi propia versión, pero si somos veinte mil personas, entonces la cosa cambia y empieza a agarrar una importancia distinta, se me hace bien chido y bien emocionante el proyecto.
Me gustan muchos los colectivos, como Dospasosabajo, un colectivo documental que hace una chamba bien bonita. Hay un colectivo de foto de calle en Querétaro, Flagranten Colectivo, otro del que también formo parte yo, La estrit. El trabajo que hace Fermín
Guzmán con su página de La pura street photography está bien chido, el trabajo que hace Dorian con su página StreetsMX, además tiene una revista de foto de calle, Citadina, que él editó. Calle Adentro, es del norte del país, también está ColectivoFotoMx. Hay varios colectivos, así que me gustan mucho porque cambian un poco las reglas del juego, no esperan a que alguien les hable y les digan: “tú mereces estar en una vitrina”, ellos empiezan a trabajar, y sobre todo, lo hacen en equipo, no hay un ego que luego nos caracteriza a los fotógrafos, de no compartir, de aislarse, me gusta porque yo tengo amigos con los que comparto hasta la chamba, si me piden una chamba y yo sé que otro amigo es mejor haciéndola y no me estoy muriendo de hambre, pues se la rolo, o amigos que me hablan a mí.
Creo que si nos apoyamos y creemos en lo colectivo, antes que en brillar y tener tu exposición tú solo, que también está padre trabajar por uno mismo, pero trabajar en colectivo también es bien bonito, te permite enriquecer tu trabajo de otra manera que no te permite cuando todo lo controlas tú y todo lo tienes que hacer tú, te pierdes de muchas otras cosas.
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