Alicia Ayanegui: Espacios habitados
Artes Visuales, Artistas del mes | Entrevista por Zulay Crestani · 05.09.2019
La gente que emigra sabe que los lugares que se abandonan dejan de existir en cuanto se les pisa por última vez. Todas las ciudades del mundo han desaparecido cuantas veces un habitante ha salido de ellas. Y cuando los migrantes vuelven, en realidad no regresan: llegan a lugares desconocidos que, milagrosamente, se llaman igual que sus ciudades natales. Ellos saben mejor que nadie que el espacio consiste en lo que experimentamos de él.
Alicia Ayanegui pinta un haz de luz reflejado en su sillón, una taza vacía que se usó ayer. Los pinta varias veces y al hacerlo rasca la superficie del espacio físico, buscando el eco de ese otro espacio, el vivido. La conversación que tuvimos con ella fue también una especie de búsqueda; una recuperación de experiencias y hallazgos a los que su proyecto Fragmentos que reconstruyen espacios la ha conducido.

En la mesa II. Cortesía del archivo de Alicia Ayanegui © Alicia Ayanegui
¿Cómo inicia tu formación artística?
Comencé a interesarme en el arte cuando tenía como 16 años. Estaba estudiando en CCH, y me llamaban la atención varias cosas, sobre todo cuestiones de comunicación. Pero luego de un tiempo fui a dar con la obra de gente de la entonces ENAP y me di cuenta de que eso era algo que me llamaba.
Siempre había dibujado, pero fue en ese momento cuando me di cuenta de que era algo en lo que me podría dedicar. Así que unos años después ingresé a la Facultad. Ese es el inicio de mi formación, porque ahí fui creciendo y tomando elementos con los que hoy funciona mi obra. Avanzada mi licenciatura tuve oportunidad de estudiar seis meses en Santiago de Chile, en la Universidad Finis Terrae. La experiencia allá fue sobre contrastante: pude ampliar mi panorama de las prácticas artísticas contemporáneas, y pude experimentar un modelo de educación artística distinto al que tenemos en México. Chile me dejó la experiencia de trabajar con material teórico de manera más profunda, y de involucrarme en procesos de montaje y planteamiento de exposiciones.

Puerta. Cortesía del archivo de Alicia Ayanegui © Alicia Ayanegui
¿A qué disciplinas artísticas te has acercado, y en cuáles has establecido tu obra?
Por el tipo de proyecto en el que estoy trabajando, últimamente me la paso pintando. Pero también me interesa mucho la escultura. De hecho, cuando yo estudiaba, pensaba que iba a ser escultora (risas). Pasaba todo el día en el taller de cerámica, y disfrutaba mucho la talla en madera… lo que pasa es que me llaman la atención los objetos. Me gusta explorarlos desde varias disciplinas, pero la pintura y la escultura son las que mejores aproximaciones me ofrecen. He intentado hacer instalación también, aunque me cuesta más. Es un medio que me resulta complicado al momento de intentar aterrizar una construcción conceptual.

Sillón rosa. Cortesía del archivo de Alicia Ayanegui © Alicia Ayanegui
¿Cómo ha evolucionado tu obra?
La primera exposición que hice se llamaba Durmientes. Era un ejercicio de pintura en el que retrataba personas cercanas durmiendo en sus espacios privados. En ese proyecto se buscaba explorar el reposo desde fuera y poner atención al durmiente y su inconsciencia. Quería detenerme en sus gestos, su posición, y en el hecho de que la persona está ahí pero a la vez no, porque no te percibe. Conforme avanzaba el proyecto me di cuenta de que me interesaban menos las figuras humanas, y me parecían más interesantes sus vestigios: los huecos que dejaban sus cuerpos en las sábanas, en la alfombra, en los colchones. Y poco a poco eso me llevó al hilo conceptual que sigo ahora con Fragmentos que reconstruyen espacios, que es evocar espacios a partir de los vacíos que deja la gente.
Hablando de cuestiones más técnicas, he notado que tengo un mayor control y una selección más fina de los materiales y técnicas que empleo para pintar.

Silla y cojín. Cortesía del archivo de Alicia Ayanegui © Alicia Ayanegui
¿Cuáles son tus referentes artísticos?
Cuando aún estaba en la escuela uno de mis referentes principales era Jenny Saville. Retomé su acercamiento a la carne, a la corporalidad y a la intimidad cuando estaba desarrollando Durmientes. Ahora, definitivamente, tengo a Giorgio Morandi como referente clave. De él recupero la insistencia en los objetos y en el espacio como contenedores de algo trascendente, algo que se desvela a través de la repetición. Otros pintores muy relevantes para mí son Luc Tuymans, Ruprecht Kauffman y obviamente Lucian Freud. Hay una artista, Rachel Whiteread, que tiene instalaciones que exploran la huella de los objetos en el espacio. Su obra es muy matérica, utiliza rupturas, quiebres de objetos y materiales; me fascina. Me interesan en general artistas que incursionan en las implicaciones de los objetos.
Cuéntanos más sobre tu proyecto actual, Fragmentos que reconstruyen espacios
Fragmentos que reconstruyen espacios es un proyecto de pintura que se basa en exploraciones de espacios privados. Consiste en un acto muy íntimo: recorrer un espacio y buscar pequeños rasgos que lo fijen: columnas, esquinas, espacios iluminados, objetos vacíos. Ya que elijo un elemento, trabajo detenidamente con él. Me siento, busco varios de sus ángulos, lo pinto y lo vuelvo a pintar.
Aunque pueda parecer una obsesión, y en ocasiones se sienta así, se trata de establecer un diálogo con todo lo inanimado que nos rodea. No es una representación pictórica de cosas: es un testimonio de cómo se percibe un entorno privado entre la cotidianeidad y nuestra ausencia.
Una parte importante del proyecto se basa en el libro Poética del espacio, de Gaston Bachelard. Recuerdo un pasaje que hablaba de los espacios de nuestro pasado como si fueran un refugio al que volvemos constantemente. Mi proyecto retoma esa concepción del espacio y busca evocarlo de manera vivencial. Como dije antes, las pinturas pertenecen al plano de la imagen, pero buscan reproducir una experiencia, más que una mera visión. Por eso es significativo para mí pintar de manera presencial: quedarme a habitar el espacio físico que estoy pintando. Pintar sintiendo el paso del tiempo, del vacío y de la luz.

Bolsas negras. Cortesía del archivo de Alicia Ayanegui © Alicia Ayanegui
¿Qué rasgos distinguen tu lenguaje pictórico?
De entrada podría decir que cuando pinto, pareciese que paisajeara. Más que retratar objetos, exploro micro-lugares. Otra cosa que hago es buscar varias vistas de un mismo artículo, como si fueran esculturas. Aunque hablando propiamente de lenguaje pictórico, podría empezar diciendo que me interesa el aspecto matérico de la pintura: que el material hable de sensaciones y de rasgos físicos. En mi lenguaje pictórico también he notado una tendencia hacia la gestualidad, a enunciar formas con trazos sueltos y expresivos; por eso me uso tanto el acrílico y el óleo. Y por último mis paletas de color, que tienden mucho a grises. Aunque tengo que mencionar que mi selección cromática no es siempre una selección consciente. Es algo a lo que el mismo espacio con el que trabajo me va orillando.

Espejo. Cortesía del archivo de Alicia Ayanegui © Alicia Ayanegui
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